El prólogo
6 de la mañana del 15 de febrero, suena el despertador y toca despertarse, a las 7 comenzará la aventura rumbo a Francia. Eso sí, antes de salir, una pequeña entrevista con Juan Yeregui, que ya es como de la familia (un saludo desde aquí). El viaje transcurre sin problemas, aunque a partir de Lanz nevaba copiosamente. Llegando ya al lugar de destino comienzan a verse varios 4l y claro, nos empezamos a animar. Entramos al parque cerrado y pronto empiezan a acercarse gente de la organización para verificar el coche. Es una mezcla de nervios y risas, no entendemos nada, pero nada, de francés y siempre tienes la cosa en el cuerpo de que por una razón u otra no admitan el coche. La verdad, pasamos todos los trámites sin problemas, nos juntamos con los valencianos, comer y vuelta a Pamplona, que como en casa en ningún lado!
Hoy si, 9 meses después, comienza la aventura. Salimos a la 13:30 después de despedir a la familia y nos dirigimos dirección Ziordia para comer. Para no variar nos perdemos y nos retrasamos un poco según lo que habíamos previsto (Lo que hay que hacer para que la chavalería conozca Zarautz y Orio…). Sin embargo, a la tarde recuperamos el tiempo perdido, ya que fuimos a un ritmo importante (100-110 Km/h, ahí es nada!), y llegamos a cenar a Valladolid. Pronto a la cama que al día siguiente toca madrugar. Eso sí, el telepí (Telepizza para el resto del mundo incluidos valencianos) que no falte.
Con un frío matador y con demasiado sueño, comenzamos la etapa que suponemos será más dura y aburrida. El objetivo, cenar en Algeciras. Sabemos que muchos coches van por delante, así que no podemos perder mucho tiempo (ni si quiera sabemos a qué hora sale el ferry, así nos las gastamos oye!). El día no resulta ser tan aburrido, estamos con muchas ganas y el tiempo pasa rápido. Sobre las 9 llegamos a Algeciras, tras una buena paliza (el asiento del 4l no es como el del BMW que sabemos que gastáis!).
Aquí comienza el estrés. De nuevo la organización nos acosa con un sin fin de instrucciones, las cuales asentimos sin llegar a entender (que malo esto de no saber francés), aunque engañándole a alguno conseguimos que nos las explique en inglés. Buscamos un hueco para plantar la tienda y rápido montamos el campamento base, con los tres coches protegiéndonos del viento. Tiramos de embutido y rápido a las tiendas, que con el aire que hace no se puede estar. Eso sí, antes nos queda una rato para hablar, que apenas nos conocemos.
En las fotos, nuestro famoso coche y los gemelos de los valencianos, que son idénticos.
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