Suena el despertador y se empiezan a escuchar los primeros motores. Son las cinco de la mañana y salimos de la tienda a -10 grados. Por supuesto está congelada, al igual que el coche. Sin poder mover casi las manos nos ponemos a plegar la tienda, con la mala suerte de que se parte una de las varillas. (Éstas tiendas de quechua las carga el diablo) decidimos doblarla de mala manera y meterla en el coche. Un zumo para desayunar y a seguir con la ruta, que hoy comienza lo bueno.
Comenzamos con un puerto de montaña y me empiezo a animar. Si, son las 6 de la mañana pero estoy igual de motivado o más que un niño el día seis a la misma hora. Empezamos a pasar coches subiendo el puerto, exprimiendo al máximo el cochecillo. Algunos se enfadan o nos miran mal, pero hemos decidido que el Raid es para disfrutarlo. Me sorprende la habilidad del coche, pese a ir cargado hasta las cartolas, y al final completamos el puerto siendo primeros. (Era una especie de Txus Jaio, pero sin su BMW y sin cruzar) Está claro que les hemos dado cerita a los franceses, pero ahora viene lo malo. Vamos abriendo camino, con lo que esto supone, ya que no nos podemos guiar por otros coches.
Paramos en un pueblo para turnarnos. La segunda parte de la etapa la completará Mikel. Seguimos tirando y a 15 kilómetros del final comienzan los problemas. Como era de esperar nos perdemos, pero además nos quedamos atascados en la arena. Toca tirar de pala por primera vez. A todo esto sale un Land Rover Defender de la nada ofreciéndose a sacarnos el coche, me sorprende y le digo que nos vendría de lujo. Él me contesta que me costará 20 euros, y yo, amablemente le digo que por 20 euros me dejo el lomo con la pala sacando arena. (Cómo se las gastan los nómadas del desierto, hay de todo en este mundo) Total que se enfadan y se apartan. Después de un buen rato conseguimos desatascar el coche y continuamos con la ruta.
Al rato llegamos al campamento y dejamos en unas alfombras parte de la ayuda humanitaria, que repartiremos esta tarde. Aparcamos el coche y plantamos la tienda, y de repente, nos rodean un sinfín de marroquís intentándonos vender de todo. Estamos tan cansados que les decimos que vengan en un rato. Sin embargo, cada 5 minutos aparecía uno nuevo. No queremos invitarles a que se vayan, pero es que no podemos ni con nuestro cuerpo, y sólo nos apetece comer algo de pasta y descansar un rato. Finalmente comemos y vamos a la parte más reconfortante del Raid.
Han llegado niños de toda la zona para recoger el material escolar. Sus caras son una mezcla de alegría y agobio. La verdad es que todos queríamos una foto con ellos, pero los pobres estaban aturdidos. Sin embargo conseguimos alguna que otra, y además nos entregan unos dibujos que han preparado que seguramente guardaremos con más cariño que cualquier foto. Pero lo que realmente no sé es quién está más contentos, si ellos al recibir, o nosotros al dar. Al final nos vamos a la tienda con una sonrisa de oreja a oreja.
Llenamos el depósito del coche y cenamos a base de embutidos para no variar. Ha sido un día perfecto, pero se comenta que la etapa de mañana será todavía más bonita. Por cierto, antes de dormir siguen apareciendo marroquís con sus cosas, y al final acabamos comprando para que nos dejen tranquilos. Nos vamos a la cama, que mañana toca continuar!
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